Black and Blue by Ian Rankin

Black and Blue by Ian Rankin

autor:Ian Rankin [Rankin, Ian]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 1997-01-13T05:00:00+00:00


19

Una vez de vuelta en Aberdeen, aún le parecía notar el suelo moviéndose bajo sus pies. Lumsden se había marchado a casa tras arrancarle la promesa de que se fuera al día siguiente.

Él se abstuvo de decirle que a lo mejor volvía.

Era primera hora de la tarde y hacía frío, pero el cielo estaba despejado. Los últimos compradores del sábado volvían a casa y los primeros juerguistas comenzaban a salir. Echó a andar hacia el Burke’s. Otro gorila distinto; un problema menos. Pagó su entrada como un buen chico y se abrió camino a través de la música hasta la barra. Llevaría abierto poco rato y los pocos clientes que había parecían dispuestos a marcharse si aquello no se animaba. Pidió medio whisky cargado de hielo, que le costó un riñón, y echó un vistazo al local por el espejo. Ni rastro de Eve y Stanley. Ni rastro evidente de traficantes. En eso Willie Ford tenía razón: ¿qué aspecto tenían los traficantes? Exceptuando los yonquis, tenían una apariencia corriente. Su negocio consistía en contactar con la mirada y un mutuo entendimiento con la otra persona. Reconocerse y una transacción con cuatro palabras.

Se imaginó a Michelle Strachan bailando en aquel lugar, rumbo a los últimos momentos de su vida. Movió el vaso para deshacer el hielo y pensó en dar un paseo hasta Duthie Park. A lo mejor ella no había seguido ese itinerario y era dudoso que le proporcionara alguna pista, pero quería hacerlo, igual que había querido llegarse a Leith a saludar a Angie Riddell. Tomó por South College Street y vio en el plano que en línea recta había un tramo que discurría a lo largo del Dee. Demasiado tráfico. Concluyó que Michelle habría cortado por Ferryhill y tomó esa dirección. Allí las calles eran ya más tranquilas y las casas grandes, de tipo residencial. Un barrio de clase media acomodada. Había algunas tiendas abiertas en los cruces; vendían leche, helados y diarios. Se oía jugar a los niños en los jardines. Era el lugar por donde habían pasado Michelle y Johnny Biblia, pero a las dos de la mañana estaría desierto. Si hubiesen hecho ruido, alguien de las casas lo habría oído. Pero nadie había declarado nada. Michelle no iría borracha; sus compañeros de estudios decían que cuando bebía armaba jaleo. Tal vez algo animada, lo justo para perder el instinto de supervivencia. Y Johnny Biblia iría… tranquilo, sobrio y con una sonrisa que velaba sus intenciones.

Giró en Polmuir Road. La pensión de Michelle estaba cerca, pero Johnny Biblia la convencería para continuar hasta el parque. ¿Cómo lo lograría? Rebus meneó la cabeza de un lado a otro, tratando de desentrañar algo. A lo mejor la patrona era muy estricta y no podía invitarle a subir. A ella le gustaba aquel alojamiento y no quería que la echasen por contravenir las reglas. O tal vez Johnny había comentado que era una noche espléndida, que no deseaba que tuviera fin y que ella le gustaba mucho. ¿Por qué



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